Acabo de leer un libro de cuentos infantiles: Cuentos para soñar de María Teresa León, preciosos relatos con un bello lenguaje para niños, pero… ¿quién de nosotros conoce a la autora? Tengo otra pregunta: ¿Quién no ha escuchado alguna vez La canción del fuego fatuo, de la obra musical El amor brujo, esa canción gitana compuesta por Manuel de Falla? Pero… ¿sabemos a quién se debe la autoría del relato en el que se basa la obra, el libreto? porque no fue quien figura en su portada, no fue Gregorio Martínez Sierra, sino una mujer.
Podría seguir…
Hay en nuestra historia reciente —principios del siglo XX— todo un grupo grande de mujeres que, siendo escritoras, filósofas, periodistas, científicas y habiendo desarrollado una encomiable labor intelectual, con una experiencia de vida intensa y comprometida, permanecen anónimas, ignoradas por la historia, ausentes de la memoria de las generaciones que les han seguido.
Pero que no las conozcamos no significa que no estuvieran ahí, formándose, trabajando, creando cultura, luchando por hacer —en un entorno masculinizado y hostil— un hueco a las mujeres en la sociedad de la época, esforzándose por hacer visibles a las mujeres más allá de las paredes del hogar familiar en donde estaban prácticamente confinadas.
Además, debido a su labor profesional, forman parte por derecho propio, de ese resurgimiento cultural español denominado por la Historia como Edad de Plata Española, y sin embargo, tampoco aparecen en muchos de los estudios realizados sobre este fenómeno cultural español.[1], [2]
Tal vez, nosotros, podríamos recordar algunos nombres propios de hombres, pero seguramente ninguno de mujer. De hecho, hasta fechas bien recientes no han sido recuperadas por la historia[3], [4].
Es paradigmático el caso de la escritora María Lejárraga, la autora del mencionado libreto de El amor brujo. Desarrolló una ingente labor literaria, escribió numerosas obras de teatro de indudable éxito en la época; de hecho, de las obras escenificadas en Madrid entre 1929 y 1931, al menos veinte fueron suyas y su obra Canción de cuna, estrenada en 1911, recibió el premio de la Real Academia Española como la mejor obra de la temporada teatral 1910-1911 y que, en un caso extremo de ocultación, quedó totalmente eclipsada: no apareció su nombre en ninguna de todas sus obras El nombre que apareció era el de su marido: Gregorio Martínez Sierra. Él es quien figura como autor siempre. Y, lamentable carambola del destino, ni siquiera cuando falleció el señor Gregorio Martínez Sierra pudo disfrutar María Lejárraga de los derechos de las obras, pues, en la herencia, el marido dispuso que serían para la hija… ¡de su amante! María de la O Lejárraga fue, como la ha definido su biógrafa Antonina Rodrigo: una mujer en la sombra[5].
Y podríamos invocar más nombres, cada uno de los cuales con una historia de anonimato detrás: Regina Lamo de Espinosa, Blanca de los Ríos y Nostench, Belén de Sárraga Hernández, Isabel de Oyarzábal, Carmen de Burgos, Sofía Casanova, Consuelo Álvarez Pool (Violeta), Rosario Acuña… son sólo un pequeño grupo. Pero hay más muchas más: Carmen Baroja, María de Maeztu, la propia María Teres León, Zenobia Camprubí, María Goyri, tal vez nos suene alguna…
Un grupo así de mujeres coetáneas, cultas y concienciadas, era como una enorme olla de talento en efervescencia, como un gran semillero de ideas que no tardaría en dar fruto. Y lo dio.
Carmen Baroja[6] Viaja a Londres
Tal vez el desencadenante del futuro Lyceum fue un viaje, en 1926, de Carmen Baroja y su cuñada Carmen Monné a Londres. Allí entraron en contacto con una asociación feminista londinense. Pudieron alojarse en las propias dependencias de la asociación. Así, conocieron de primera mano el Lyceum Club Londinense: la primera experiencia europea de vida asociativa exclusivamente entre mujeres. Constataron la gran cantidad y diversidad de actos culturales que llevaban a cabo y la actividad social que desarrollaban. Pronto intuyeron la potencialidad de un Club de similares características en España. Carmen Monné, pintora de profesión, era una consumada organizadora de reuniones culturales en su propio domicilio (de hecho, Valle Inclán, Azorín, o Manuel Azaña eran asiduos a sus tertulias) y seguramente consideró que ampliar esas reuniones no sería demasiado fatigoso. Sin duda prendió la idea, tanto en ella como en Carmen Baroja, de intentar la creación de un club de mujeres como el de Londres: el Lyceum Club Femenino Español. Posiblemente algo había cambiado en ellas algo cambió en ellas durante aquel viaje.
Lo cierto es que al volver a España muy pronto promovieron numerosas reuniones con mujeres de su círculo más inmediato que fueron ampliando paulatinamente. El objetivo lo tenían fijado.
En España, años atrás, en 1910, se había creado la Residencia de Estudiantes que, siguiendo, en cierto modo, el modelo de los “colleges” ingleses de Oxford y Cambridge, se concibió como un centro de formación integral, donde se potenciaba la ampliación de estudios prácticos (especialmente los de Medicina y Farmacia). La Residencia de Estudiantes se convirtió pronto en el mayor foco de cultura de España que acogió los movimientos más innovadores y vanguardistas del momento.
Y, apoyada en esta experiencia, cinco años después, comenzó su andadura la Residencia de Señoritas en Madrid, a cuyo frente se hallaba María de Maeztu[7], gran impulsora de la cultura femenina en España. La idea de María de Maeztu era que la Residencia se convirtiera en un hogar formativo para universitarias que quisiesen ejercer su carrera. Fue el primer centro oficial destinado a fomentar la enseñanza universitaria para mujeres en España.
Y aquí en la Residencia de Señoritas, a comienzos de 1926 y a instancias de Carmen Baroja y Carmen Monné, fue donde comenzaron a reunirse con la idea clara de formar un club femenino como el que habían tenido la oportunidad conocer de cerca en la capital londinense.
Estas reuniones en la Residencia de Señoritas cada vez fueron más frecuentes. Asistieron mujeres de reconocida valía intelectual que, en la mayoría de los casos, habían destacado en alguna faceta de la cultura: literaria, filosófica o científica. Algunas de las cuales estaban casadas con maridos que disfrutaban ya de reconocimiento público. En cierto modo era la élite cultural femenina de la época la que se estaba conformando como club. Fue una amiga íntima de Carmen Baroja, María Martos[8] quien, habiéndola conocido en una de las múltiples tertulias literarias que organizaba, escribió a María de Maeztu para que, si se lograba fundar el Lyceum, asumiera la dirección.
Las reuniones se efectuaron durante los primeros meses de 1926 y en abril, “un numeroso grupo de mujeres inteligentes y cultas y de ideas amplias”[9] (al decir de Magda Donato[10]) se realizó la asamblea constituyente.
El Lyceum Club Femenino fue una realidad
Pasaron todavía unos meses en encontrar un local adecuado y en acomodarlo, pero el 4 de noviembre de 1926, se inauguró. Ocupó como sede la mítica Casa de las Siete Chimeneas en Madrid y el Lyceum Club Femenino Español fue una realidad.
La prensa se hizo eco de manera notable y recibió elogios mayoritariamente, aunque no faltaron artículos cargados de fuerte crítica. Fue precisamente una mujer, destacada periodista de la época, Teresa de Escoriaza, una de las que más reproches formuló. Intentó ridiculizarlo llegando a decir que se trataba de un proyecto femenil con apariencias de feminista.
Eusebio Gorbea, periodista y esposo de Elena Fortún —escritora de cuentos y socia del Lyceum— traza, en el periódico La Libertad y en un amplio reportaje, una semblanza de las fundadoras más prestigiosas. A continuación, resumidamente, podemos leer:[11]
“María de Maeztu: pedagoga experta y directora de la Residencia de Señoritas,
María Martínez Sierra: la mujer en la sombra que acabó por adoptar los apellidos de su marido y que destaca por ser la primera mujer española comediógrafa y novelista.
Isabel de Oyarzabal: que utilizó el seudónimo de Beatriz Galindo, periodista, escritora, actriz y diplomática española.
Zenobia Camprubí: experta en literatura inglesa y primera traductora hispánica del poeta Rabindranath Tagore. Su esposo era Juan Ramón Jiménez.
Victoria Kent: primera abogada que actuó en nuestros tribunales.
Carmen Díaz de Mendoza Aguado[12]: dramaturga, y tan comprometida con la causa feminista que Jacinto Benavente tras una de sus conferencias, llegó a decir que admiraba su valor, sabedora del peligro, ya que para vivir en paz entre las gentes no convenía inquietarlas.
Benita Asas Manterola: verdadera eminencia de la sociología, directora de El mundo Femenino y fundadora de El desayuno escolar.
María Rodrigo: compositora de admirables obras de concierto, como Bequeriana y Diana cazadora.
Mercedes Rodrigo: (hermana de la anterior) la más alta autoridad en la enseñanza de discapacitados, discípula del neurólogo, pedagogo y psicólogo infantil Édouard Claparède y profesora del Instituto de Reeducación de inválidos del Trabajo.
Aurora Riaño: vicepresidenta de la Sociedad de Abolicionismo,
Doctora Aleixandre[13]: pedagoga y ginecóloga, que pese a la tremenda misoginia de la Universidad de Valencia (donde se licenció) en aquella época,[14] fue la primera mujer admitida en la Sociedad Ginecológica Española.
Rosario Lacy: primera mujer médico-ginecóloga y cirujana española, nombrada encargada de las enfermeras del servicio de Ginecología y Obstetricia de la Casa de la Caridad de Madrid.
Nieves Barrio: doctora de amplia experiencia que desarrolló su trabajó en Tetuán; en la clínica Mayo en Rochester; en Norteamérica bajo los auspicios de la Fundación Rockefeller, y como profesora en Madrid de la Escuela Nacional de Puericultura…”
…La lista continúa, el periodista se extiende ampliamente pues, más de un centenar de mujeres fueron las fundadoras del Lyceum Club Femenino Español. Todas, desde la diversidad de cada uno de sus campos de estudio y profesión, tenían en común tres características significativas: una clara idea feminista, un anhelo de ser no solo madres y esposas sumisas y dependientes del marido y, un decidido apoyo del activismo en la lucha por los derechos de las mujeres. Carmen Baroja, señalaba la voluntad férrea de algunas mujeres, muchas, que deseaban la solidaridad y la amistad entre las mujeres españolas.
En palabras de la hispanista Shirley Mangini (Pensilvania, 1946) el Lyceum Club Femenino de Madrid podía definirse como «unrefugio feminista en una capital hostil».[15]
La actividad del Lyceum Club Femenino Español
Cuando se les preguntó por qué había nacido el club (ver: Juan Aguilera Sastre. Ibidem) tres ideas parecían repetirse: la oportunidad, el momento histórico imponía un nuevo papel de la mujer en la sociedad española. La necesidad, ya que buena parte de la sociedad femenina sentía deseos de asumir ese papel, y la búsqueda de un ámbito de sociabilidad femenina que encauzara ciertos anhelos que la sociedad les había negado.
Y, a pesar de la tenaz resistencia social, aunque un espacio social exclusivo para mujeres resultó un escándalo para la época y recibió duras críticas en los periódicos, el Lyceum Club Femenino Español se puso en marcha.[16]
María de Maeztu, dispuso la organización del Club en secciones, cada una de las cuales sería el centro de donde emanara toda la actividad del club. Enseguida comenzaron a funcionar las secciones de Literatura, Ciencias, Artes plásticas e Industriales, Social, Música, e Internacional.
La directora, María de Maeztu estaba persuadida de que, pese a las piedras del camino, las mujeres españolas serían capaces de realizar una obra en común, convencida de que nuestro club saldría adelante.
Y salió. El Club fue foco emisor de cultura, las actividades se sucedieron continuadamente. En su actividad no solo participaron mujeres. Por ejemplo, García Lorca leyó allí su libro Poeta en Nueva York, y dio en sus salones la conferencia Imaginación, inspiración y evasión en poesía. También Miguel de Unamuno leyó su drama Raquel encadenada. Esa era solo una de las facetas. Los debates, las conferencias, los cursos, también las exposiciones y conciertos, fueron los principales medios utilizados. Y escritoras, abogadas, filósofas, científicas, fueron exponiendo sus saberes. También pidieron la participación de hombres. Nombres tan importantes como Victorina Durán, Américo Castro, Isabel Oyarzábal, Ricardo Baroja, Marinetti, Ramón Gómez de la Serna, Cipriano Rivas Chérif, Federico García Lorca, Miguel de Unamuno, Rafael Alberti, Concha Méndez, Ernestina de Champourcin, Magda Donato, Pedro Salinas, María Luz Morales, Ángeles Santos, Matilde Huici, Clara Campoamor, María de Maeztu, Alfonsina Storni, Manuel Azaña, Carlota O’Neill… participaron en las actividades propuestas por esta asociación.
Gustase o no, el papel del Lyceum como motor de la revolución femenina fue innegable. Llegó un momento en que no hubo intelectual, científico o artista que no pretendiera ofrecer alguna conferencia en el Lyceum. Aunque también hubo quien dio la nota y su respuesta fue algo inapropiada. Famosa es la anécdota protagonizada por Jacinto Benavente, que ya había recibido el Premio Nobel de literatura en 1922 y fue invitado a dar una conferencia. Su contestación, aduciendo que no tenía tiempo para prepararla, fue: no puedo y a dar una conferencia a tontas y a locas. No tenemos constancia de la respuesta del Club. En el fondo era uno de los muchos que rechazaban con ahínco este Lyceum de mujeres.
Pero el Lyceum siguió con su actividad. María Lejárraga dirigió la biblioteca y puso su empeño en propugnar un enfoque social de las actividades y que se plantearan para preparar culturalmente a las jóvenes trabajadoras. Al fin, Elena Fortún, despertó su vocación literaria y vio impulsada su carrera gracias a María Lejárraga y fue autora de la exitosa serie de libros de Celia. Otra de sus socias especialmente activa fue María Martos, quien no sólo valoraba la labor puramente intelectual, sino que consideraba esencial que toda propuesta debatida se tradujera en acciones y, por ejemplo, creó La casa del niño, para acoger gratuitamente durante la jornada laboral a los hijos de madres obreras. También se discutieron temas legales en relación a la emancipación de la mujer, y sus debates, fueron el germen de la legislación que posteriormente dio derecho al voto femenino.
Memoria de la melancolía
El Lyceum Club Femenino Español como club cultural triunfó. Que llegara a transformar los arquetipos sociales de la época es, en mi opinión, cosa diferente. Tuvo diez años de vida.
El Lyceum, que había comenzado su andadura en plena dictadura de Primo de Rivera, que vivió los años de la 2ª República, vio su final cuando se inició la Guerra Civil.
El exilio fue el destino de la mayoría de las mujeres.
Pero, ¿se perdió todo lo andado? ¿Contribuyeron las ideas que generaron y los sueños que dibujaron, a forjar las bases feministas de ahora?
Bien merece la pena que, al menos, conozcamos el nombre propio de algunas de las mujeres que, a través del Lyceum Club Femenino, pusieron su empeño y todo su saber en tratar de mejorar la situación de las mujeres de su tiempo.
Y terminamos donde empezamos.
María Teresa León, una mujer extraordinaria que se sabía “cola de cometa” cuya estrella era Rafael Alberti, también sufrió exilio. Primero Orán, luego París, luego, junto a Rafael Alberti, Argentina, donde nació su hija Aitana y donde permanecieron 23 años.
De regreso a Europa se establecieron en Roma y allí, en el barrio del Trastévere, escribió sus memorias: Memoria de la melancolía fue el título que les dio. Son unas memorias cuasi poéticas que recorren infinitas vivencias, también las del Lyceum. Cuarenta años las separan de los deliciosos Cuentos para soñar que he leído yo hace poco con deleite.
Cuando la pareja regresó a España en 1977, María Teresa León ya no lo sabía: el terrible Alzheimer había hecho presa en ella.
Como sociedad, pienso que debemos conocer y admirar a estas extraordinarias mujeres porque debemos evitar que nos llegue a afectar un Alzheimer colectivo, porque debemos hallar su lugar en la Historia y recordarlas, siempre.
Juan Pedro Fernández Romero
[1] Salvador Hernán Urrutia Cárdenas.- La Edad de Plata de la literatura española. Cauce: Revista Internacional de Filosofía, Comunicación y sus Didácticas. Nº 22 – 23 1999-2000 (Ejemplar dedicado a: Homenaje a Enrique Diez-Canedo Reixa), págs. 581-595. https://cvc.cervantes.es/literatura/cauce/pdf/cauce22-23/cauce22-23_33.pdf
[2] Francisco Abad. – La «Edad de Plata» (1868-1936) y las generaciones de la Edad de Plata: cultura y filología», Epos: Revista de filología, n.º 23, 2007, pp. 243-256
[3] Emilia Cortés Ibáñez. – La Edad de Plata española visto en: https://dspace.unia.es/bitstream/handle/10334/2445/01_cortes.pdf?sequence=1
[4] Tània Balló. (2019) Las sinsombrero: sin ellas, la historia no está completa Ed. Planeta. 320 pág.-
[5] Antonina Rodrigo (1992). – María Lejárraga : una mujer en la sombra. Ed. Círculo de Lectores .384 pág.
[6] https://www.meryvarona.es/carmen-baroja-otra-mujer-del-98/ (Blog de Mery Varona)
[7] https://dbe.rah.es/biografias/12658/maria-de-maeztu-y-whitney (Página web de la Real Academia de la Historia)
[8] ELVIRA M.-(2002) Rastros de nube: María Martos de Baeza y su mundo Melián Instituto de Salud Carlos III visto en: MARÍA MARTOS.pdf
[9] JUAN AGUILERA SASTRE. (2011) BROCAR Cuadernos de Investigación Histórica. Las fundadoras del Lyceum Club femenino español. Visto en : Dialnet-LasFundadorasDelLyceumClubFemeninoEspanol-3932779.pdf
[10] https://es.wikipedia.org/wiki/Magda_Donato
[11] Ver: Juan Aguilera Sastre. Ibidem.
[12] https://es.wikipedia.org/wiki/Condesa_de_San_Luis
[13] Así aparece en la cita. Su nombre era María de la Concepción Aleixandre Ballester (1862-1952).
[14] La prestigiosa revista El Siglo Médico consideraba en 1875 que ser mujer y ejercer la medicina eran incompatibles y lo hacía con el siguiente argumento: “Nos limitaremos (…) a repetir que la mujer no puede tener la seria pretensión de seguir la carrera médica sino con la condición de dejar de ser mujer; por la leyes fisiológicas, la mujer médico es un ser dudoso, hermafrodita o sin sexo y en todo caso un monstruo” ver: https://mujeresconciencia.com/2019/05/17/maria-de-la-concepcion-aleixandre-ballester-1862-1952/
[15] file:///C:/Users/jpfro/Desktop/El_Lyceum_Club_de_Madrid_un_refugio_feminista_en_u.pdf
[16] Para consultar un censo de actividad del Lyceum Club, ver el trabajo de: Rocío González Naranjo. Visto en: https://www.academia.edu/37575031/ACTIVIDADES_DEL_LYCEUM_CLUB_FEMENINO_DE_MADRID_CENSADAS_EN_LA_PRENSA_1926_1936_publicado_el_12_10_2018_en_el_blog_El_D%C3%ADa_que_supe_que_era_feminista_
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